«La muestra de la artista Gaby Herbstein nos provoca una serie de estímulos eufóricos. Hay que verla y vivirla para comprender el fuerte movimiento emotivo que provoca su exposición, porque se alteran las nociones más privativas de la fotografía como arte y hasta de las propia cotidianeidad, que aparece movilizada por las imágenes y los objetos expuestos.»
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